lunes, 20 de febrero de 2012

El regionalismo yucateco

Dejamos a nuestros lectores la septima entrega de los Tesoros de la BVY. El documento del día corresponde a uno de los pilares de la literatura peninsular el Museo Yucateco de Justo Sierra O´Reilly, periodico que jugó un importante papel en la conformación de la identidad yucateca.

Joed Peña Alcocer. "El regionalismo yucateco" en PorEsto! 13 de Febrero de 2012.

Justo Sierra O´Reilly, prominente yucateco del siglo xix, dedicó su vida a la historia y la literatura. Muy conocidos son sus aportes sobre las causas de la Guerra de Castas de 1847; su obra Los indios de Yucatán es un referente obligado para comprender ese periodo de nuestra historia. En el plano de la literatura su labor no fue menor, siendo considerada precursora de la novela mexicana. Sus esfuerzos por brindar sus servicios al estado lo impulsaron a publicar en el año de 1841 su primer periódico literario: El Museo Yucateco. Las páginas de este periódico serían consideradas de ahí en adelante canon de la literatura yucateca.



Uno de los grandes méritos del periódico fue su orientación regionalista, manifiesta en su interés por demostrar a sus lectores la grandeza literaria, histórica y natural de Yucatán. Por ello El Museo Yucateco es piedra angular en la conformación del regionalismo yucateco. A continuación reproducimos uno de tantos artículos de tan importante periódico, donde la palabra “país” hace referencia a la tierra que vio nacer al autor, es decir, Yucatán.

 






El Museo Yucateco, tomo I. Campeche, Imprenta de José María Peralta, 1841. Fondo Reservado del Centro de Apoyo a la Investigación Histórica de Yucatán.










Antigüedades del País

Apenas se hallará un país tan abundante en ruinas, como Yucatán. Toda su extensión, que no es pequeña, está cubierta de ellas: unas que se conservan en partes, y cuya solidez ha desafiado los siglos, como las ciudades de Chichén Itzá, Uxmal, Kabah, Nohcacab, Kiuik, Mocoba, y compañía, otras no tan suntuosas, como, Aké, Zallí, Sabacché, Labpaak, Nezilna, y compañía, sin contar con la prodigiosa multitud de casas aisladas, que se hallan diseminadas por los montes a donde el vandalismo no ha llegado. Hay infinitos cerros o montículos de casas arruinadas, que sería fastidioso enumerar; y así me limitaré a citar algunos que son notables por su magnitud; tales son los de la antigua capital Mayapan, Xkox, Kinlacam y Sihó: omitiendo los de Mérida, por haberse destruido casi todos, pues solo quedan pequeños restos en San Cristóbal, en la casa del Señor Ruz, y en el que sirve de asiento al que fue convento de San Francisco que también está casi destruido, y probablemente en pocos años no quedará piedra sobre piedra, por la propensión vandálica de nuestros paisanos. Baste decir, que apenas se hallará templo, casa de ciudad, pueblo o hacienda, que no estén fabricados con piedras arrancadas de los preciosos edificios antiguos, o tomadas de los montículos que se han formado al destruirse los bellos Teocalies, soberbios palacios, y habitaciones suntuosas de los olvidados Mayas, o Itzalanos.

Pero lo que más debiera llamar la atención de los arqueólogos, es el laberinto que se halla en los mentes de Xcalcehtoch hacienda de la Señora Doña Nicolasa Peón, situada al oriente de Maxcanú, tanto por ser el único descubierto en todos el país, como porque puede contener sepulcros, en donde sin duda se hallarán vasos funerarios, armas y utensilios, pues todo esto se encuentra en los sepulcros; y aun podía darse a los Frenólogos, y sus observaciones echarían luz sobre la historia de los antiguos habitantes de esta península, cuyos descendientes tenemos a la vista, aunque en la última degradación, como se hallan los descendientes de los que ilustraron al mundo con sus luces; pero que tuvieron la suerte de no haber perdido toda su historia, lo que no sucedió con los Mayas. Pero ya que el espíritu investigador de nuestro siglo, pretende remover las cenizas de los hombres ilustres, cuyas obras admiramos, no hay otro medio más propio para trabajar con fruto, que formar un Museo que empezará por algunas piezas de barro, una u otra arma de pedernal, y algunas piedras simbólicas, que se hallarán cuantas se quieran en las ruinas, y principalmente en Uxmal. Un almanaque antiguo, es muy fácil encontrar, y en él se vería el ingenio y sutileza, con que arreglaban sus semanas de 13 días, sus años de 18 meses, y cada uno de 20 días, sus Katunes de una semana de años, sus ahaues de 52 años que son cuatro Katunes, su siglo grande de 260 años y compañía. Este será el primer manuscrito que tendrá lugar en el Museo, que empezará sin duda por muy poca cosa; pero dados los primeros pasos, dudo que hayan hombres ilustrados amantes de la prosperidad de su patria, que se rehúsen a contribuir para hacer excavaciones, que bien dirigidas, enriquecerán este establecimiento verdaderamente científico; y no tendremos el dolor de ver sacar nuestros tesoros por extranjeros, que quizá se burlarán de nuestras liberalidades, atribuyéndolas a estupidez. Imbéciles habrá que se burlen de nuestro Museo; pero con risa compasiva se les contestará: porque si nuestras antigüedades figuran en los Museos de Londres, París, Berlín, New York, y compañía, ¿por qué han de ser despreciables en nuestro país? resolvamos pues, y dentro de cuatro meses, en lugar de celebrar el glorioso grito de Dolores con fuegos artificiales, celébrese con la apertura de un Museo de antigüedades yucatecas.

(Remitido)



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