miércoles, 22 de mayo de 2013

Ideales pedagógicos, afanes sociales

Joed Amílcar Peña Alcocer en Unicornio, suplemento cultural y científico de PorEsto!, 21 de abril de 2013. [1]

Bejlae´ bajun ki´imak óolil
Yaan tak tu taamil k-puksi´ik´al
Tumen le senkech muy´yajo´,
Jach tu jaajil ts´o´ok u máan.

Le beetik wéetxiibile´ex
Tin wóotaj k´uchuj te´ela´.
¡tumen tin ts´íiboltaj k´aay
U ki´imak óolil bejlae´!

Ahora, cuánta felicitad
Hay hasta el fondo de nuestro corazón,
Porque tanto sufrimiento
De verdad ha acabado.

Por eso compañeros hombres
He querido llegar hasta aquí
¡porque deseé cantar
La felicidad de hoy!
 
                                 David Vivas Romero

La escritura es una de las conquistas más grandes en la historia humana, con ella se alcanzó la inmortalidad, no del cuerpo y sí de las ideas. Transmitir pensamientos, formular propuestas, dejar registro de los procesos humanos y hacer de la palabra acción son algunas de las formas primordiales del texto, de la grafía en la vida de la humanidad.

Algunos individuos en nuestra historia lograron, gracias a su pluma, ser de la colectividad, en otras palabras, patrimonio de todos. ¿Cómo es posible pasar de la unidad corporal a la multiplicidad patrimonial? La palabra es vehículo de ideas y, en los casos más excelsos, de esencias. Cuando somos capaces de transmitir con la escritura parte de nosotros hemos encontrado su función social, demostramos además compromiso pleno con el tema escrito.

Un texto da cuenta de la idea, un conjunto de ellos y del mismo autor nos muestra su cosmovisión, su talante intelectual; de varios autores un conjunto de textos sobre un tema nos da el panorama de una época, de una ciencia o disciplina.

Nos reunimos el día de hoy para celebrar el ingenio humano, primero del escribir y después el de buscar. El volumen Grandes pedagogos yucatecos[2] es un florilegio luminoso de intelectualidad, deberes e ideales educativos, originado en cinco mentes dedicadas a la educación de la juventud yucateca de principios del siglo XX. La misma publicación tiene la marca de un editor que no escatimó tiempo y dedicación para encontrar los textos que conforman el segundo volumen de Grandes pedagogos yucatecos.



Uno de los méritos del libro es reunir textos de difícil acceso, algo que seguramente muchos han señalado ya. Los artículos encierran un valor más profundo, que es a saber, brindar las huellas del pensar pedagógico de cada uno de los autores compilados. Los textos dan el perfil de cada autor, diferenciables plenamente, en conjunto nos muestran el camino que tomó la pedagogía en las primeras cuatro décadas del siglo XX. A continuación resumimos nuestra propuesta de lectura.

Por una pedagogía crítica. Manuel Alcalá Martín

Los artículos del maestro tizimileño demuestran una clara preocupación por la educación, fundamentada en la crítica al sistema educativo, a los métodos e ideas imperantes en Yucatán.
En “La escuela primaria: su orientación actual” el maestro Alcalá escribió:
En efecto, la escuela antigua, conforme con el concepto que de ella se tenía, conforme el humildísimo papel que desempeñaba en el seno de las sociedades no alumbradas aún por el magnífico sol del renacimiento de las ideas que ha inyectado en los pueblos la savia de sus principios vigorizantes, era exclusivamente instructiva, se limitaba a transmitir a las inteligencias en flor una dosis más o menos escasa de intelectualismo desesperante, con su aprendizaje de memoria, con sus textos abstrusos, con sus procedimientos rutinarios, con la más absurda de las disciplinas, reveladora de ningún conocimiento que se tenía de la naturaleza psicofísica del niño […]. [3]

La crítica a la escuela antigua no era nueva, en este caso lo importante es situar las afirmaciones en el tiempo de su creación, 1910. La escuela antigua no era aquélla impartida antes, sino, durante el Porfiriato, aquélla que los congresos pedagógicos intentaron substituir, pero apenas veían los resultados esperados. La orientación, el camino que las escuelas debían tomar era muy claro.

Lo anterior queda confirmado con el texto “La inspección técnica de las escuelas: urgente necesidad de su reorganización”, donde la propuesta es modificar la distribución de las zonas escolares ya que “la Ley de instrucción pública de 1887, vigente en parte de nuestro Estado, establece la inspección escolar; pero ésta es muy deficiente en su organización”.[4] Su labor le valió ser prologuista de El problema de la instrucción pública en Yucatán, de José I. Novelo.

La tradición pedagógica es otro de los temas que permean la obra de Alcalá Martín, de manera especial la semblanza que realiza de Rodolfo Menéndez nos ilustra la influencia tan fuerte que los porfirianos y positivistas ejercieron en una de las generaciones de estudiantes que mayor peso tuvo en la construcción de los proyectos educativos del siglo XX. Los afanes de cambio fueron expresados en sus textos, el temor a contradecir no era característico en el profesor.

Visión panorámica o el que todo lo abarca. Artemio Alpizar Ruz

Peca de modesto en “La efectividad de la enseñanza en el estado”,[5] argumenta estar poco preparado para responder al cuestionario de El Paladín Escolar. Pero en cada respuesta hace ir y venir al lector entre reflexiones basadas en su experiencia educativa: “la ley del estado es letra muerta”, “ha hecho falta también el esfuerzo de la iniciativa privada”, “contribuciones especiales para instrucción” y “equilibrio de presupuesto” son algunos de los temas tratados.

El libro como elemento indispensable en la educación es motivo de otro de los textos del maestro Alpizar Ruz, dedica un artículo al problema de los libros para la enseñanza en el aula. La cultura del libro en nuestros días se encuentra en un debate constante, principalmente por los nuevos soportes y los llamados libros enriquecidos, ello no ha impedido que el texto de instrucción se mantenga en las aulas y sea punto central del debate entre los profesionales de la educación.

El texto titulado “Reflexión acerca de los libros de texto en la escuela” es una crítica al maestro flojo que hace del libro “objeto y agente activo de la enseñanza”[6] cuando sólo debe de ser el medio. Es un texto que dadas las condiciones actuales sobre el libro vale la pena estudiar.
La educación del indígena no escapó a su ojo de águila:

Otro grave inconveniente para la difusión de la enseñanza en los pueblos es el idioma; todos sabemos que la lengua maya es la que hablan los hijos de los indios. Por esa razón, el maestro encargado de una escuela rural debe poseer esa lengua, si se quiere que cumpla convenientemente su cometido, de lo contrario es fácil obtener un fracaso que redundará en perjuicio de dicha raza.[7]

¿Cómo nos encontramos en ese punto ahora? Buscar soluciones que todo lo abarcan sólo está en los hombres que buscan el progreso no de una fracción, sino de la totalidad. Una perspectiva amplia sólo puede ser respaldada por un conocimiento de mismas características.

Buena educación para una buena patria. David Vivas Romero

La formación de valores cívicos es inseparable de la educación, ha sido su motivo y razón (basta leer Educación y nacionalismo de Josefina Zoraida Vásquez), así lo confirman cada uno de los textos de David Vivas Romero. El alto celo patriótico del maestro queda de manifiesto en su vehemente forma de expresarse sobre el lábaro patrio, de la descripción detallada y emotiva de los niños llorosos ante la enseña tricolor.

La Revolución hacía su trabajo en la mente del profesorado Yucateco, si el Porfiriato dio lugar a lo extranjero ahora los profesores no pasaban oportunidad de dar cuenta de la importancia del respeto a los símbolos patrios de México. “Una lección de educación cívica”[8] y “Una excursión escolar”.[9]
Los recuerdos de las fiestas del centenario de la independencia en 1910 cobraron excepcional valor para hablar de patriotismo, su sentir queda descubierto cuando recuerda las fiestas nacionales:

Era que el gran espíritu de la Patria ungía en aquel instante nuestras almas con el óleo sacrosanto de su amor. A mí me pareció que nos alejábamos de la tierra, que su resplandor vivísimo me deslumbra y que una música lejana y dulcísima embargaba mis sentidos. Mientras tanto, las tiernas vocesitas (sic) decían: “¡Bandera! ¡Bandera tricolor! ¡Bandera de México![10]

El respeto a la patria, a la identidad mexicana, es distintivo de la educación que inicia a partir del año de 1910. La emotividad patria se fundiría con el proceso de enseñanza, considerando a la educación eslabón indispensable en la construcción de la nación, las fiestas del Centenario no tendrían tanto eco en el régimen de Porfirio Díaz como en el de Francisco I. Madero. La presencia de la Liga de Acción social en algunos de sus textos es de llamar la atención, si bien se trataba de una institución de carácter social no era del agrado de todos. En la conciencia de David Vivas la Liga de Acción social era:
Motivo de legítimo orgullo y que más tarde, si, como lo deseamos ardientemente, consigue llevar sus hermosísimos ideales al terreno de la práctica, será causa muy poderosa de positivos adelantos, correspondiéndole por ello un puesto de honor, una brillante página en los anales del progreso yucateco.[11]

Se mantuvo fiel a la idea del maestro como formador de ciudadanos que rindieran el debido respeto a la patria y supieran convivir en armonía con los demás. “La educación moral”,[12] texto incluido en la antología, nos remite a una nueva moral, secular, donde lo moral es civilizado y patriótico.

Científico de la educación, sociólogo de la vida. Eduardo Urzaiz


De intelectualidad sobresaliente, de imponente figura e impresionante polivalencia, Eduardo Urzaiz supo llenar el espacio que al entrar cada vez más al siglo XX dejó Rodolfo Menéndez de la Peña. Primer rector de la Universidad Nacional del Sureste, novelista, precursor de la psiquiatría e introductor de la operación cesárea en Yucatán el nombre de Eduardo Urzaiz significa mucho.

Se ha mencionado que la más grande labor del cubano hecho yucateco fue introducir la operación cesárea en nuestro estado, disiento de tal afirmación, sus textos deben hacernos pensar en una obra equilibrada donde todo, realmente todo, tiene el mismo peso. Sin su interés por la educación nadie hubiera aprendido a hacer una cesárea, sin su pensar científico los progresos en la teoría pedagógica local hubieran sido lentos.

El Porfiriato le sentó bien a Eduardo Urzaiz, su formación positivista reluce en pasajes como el siguiente:
Mas hay que convencerse, por triste que esto sea, que el poder de la educación tiene sus límites y de que existen seres incurables o a quienes la educación modifica muy poco. Tales son los niños totalmente idiotas, los amorales o criminales natos, los epilépticos con impulsos irresistibles y los que se encuentran en el primer periódico de la demencia precoz.[13]
La cita anterior es producto del rigor y del lenguaje técnico, la influencia de la psiquiatría en el estudio de los “criminales natos” fue una constante porfiriana, el surgimiento de los departamentos de antropología criminal tiene su base en ese tipo de estudios que llevaron, incluso, a la medición de los niños en escuelas para detectar a los “idiotas”, criminales y demás “anormales”.

Sus textos son una síntesis de sus trabajos en todas las ciencias que cultivó, “La imaginación y la abstracción en el proceso educativo”[14] producto de sus estudios sobre psiquiatría, “La educación como función social” revela su interés por la sociología pedagógica: “la educación comprende las aptitudes físicas y psíquicas del individuo humano y las colectivas que posee como ser social; es el factor más importante en la evolución de este ser y el coeficiente del progreso en general”.[15]

El texto renombrado por el editor como “La educabilidad: una necesidad esencial del hombre” nos remite a la unión de biología y ciencias sociales para el amplio entendimiento del proceso de formación intelectual de los individuos, combatía pensar la pedagogía como una labor simple:

El poder de la educación ha sido muy discutido. Algunos lo consideran limitado; suponen a todos los hombres iguales al nacer y creen que cuando lleguen a ser más tarde, en bien o en mal, será obra de la educación que reciban. Otros niegan este poder y afirman que el modo de ser de cada individuo depende únicamente de las tendencias que hereda de sus progenitores [...]. Ambos extremos se apartan igualmente de la verdad. Todo niño, al nacer, hereda de sus padres y antepasados aptitudes y defectos, tendencias buenas y malas. La obra de la educación consiste en aprovechar las disposiciones felices del sujeto y promover el desarrollo de las facultades deficientes y menos brillantes [...].[16]
En conjunto hacen el trabajo que hoy llamamos multidisciplinar, biología, antropología, historia y pedagogía se reunían para poder explorar toda la complejidad de la formación intelectual del hombre.

Humanista, maestro. Rodolfo Menéndez de la Peña


Rodolfo Menéndez, como maestro de ideas liberales siempre buscó el progreso social, moral y científico mediante la educación, pero ello no significaba negara la utilidad de la enseñanza religiosa como referente para mejorar y templar el carácter del niño.

Publicó en el año de 1907 La moral en acción[17] para su uso en la enseñanza primaria, el texto señala en su prólogo que uno de los fines de la enseñanza es “formar el corazón y el carácter del niño, robustecer su sentido moral, impedir que en su alma se formen las malas inclinaciones, cultivar en él los elevados sentimientos de la benevolencia, la caridad, la abnegación, el amor sagrado de la patria y del género humano, las leyes del honor, el culto del deber, la religión de la virtud”, elementos similares a los deberes cristianos.

Las poesías “El lujo de los pobres”, “La enseñanza y el bien”, “La inocencia y el arrepentimiento” y “El taller y la escuela” nos permiten ver en buena medida al humanista que fue. [18]

Consideraciones generales

El volumen presentado por Freddy Espadas Sosa es un complemento ideal para el estudio de las ideas pedagógicas en nuestro estado, nos permite aproximarnos a revistas como La Escuela Primaria, La Educación, La Educación Integral, El Paladín Escolar y Lux, además de algunos capítulos de libros. Cabría decir que presentar los textos de cada autor en orden cronológico hubiera sido útil para seguir la evolución de su ideario, de los temas que les preocuparon con el paso de los años. Fuera de ello no hay detalle que apuntar.

Por parte de los grandes pedagogos reluce su filiación porfiriana, de los cinco dos mencionan a Olegario Molina como impulsor de la educación, dos no hacen mención de ninguno de ellos, pero no ocultan su positivismo, sólo uno de ellos hace mención de Madero y su gobierno. Textos que nos hablan de un ideario, textos que nos hablan de una época, de la complejidad de la pedagogía.

Notas

[1] Texto leído por el autor en la presentación del libro Grandes pedagogos yucatecos, el pasado 21 de marzo en la Casa de la Historia de la Educación de Yucatán.
[2] Espadas Sosa, Freddy (editor). Grandes pedagogos yucatecos, volumen II. Mérida, Casa de la Historia de la Educación de Yucatán-Universidad Autónoma de Yucatán-Universidad Pedagógica Nacional-Secretaria de Educación Pública del Gobierno del Estado de Yucatán, 2012, p. 262. Las citas de obras de pedagogos yucatecos realizadas a lo largo del texto provienen del libro referenciado anteriormente, se consignará al autor, el título resumido y la página correspondiente en la edición (en el caso de una cita textual se anota la página precisa, en caso de referencia general a algún artículo se señalan las páginas que ocupa), así como la fecha de publicación original.
[3] Alcalá Martín, “La escuela primaria: su orientación actual”, pp. 35-36. Publicado originalmente en La Educación Integral, 15 de enero de 1910.
[4] Alcalá Martín, “La inspección técnica de las escuelas: urgente necesidad de su reorganización”, p. 48. Publicado originalmente en La Educación Integral, 5 de mayo de 1910.
[5] Alpizar Ruz, “La efectividad de la enseñanza en el estado”, pp. 57-69. Publicado originalmente en El Paladín Escolar, 15 de mayo de 1913.
[6] Alpizar Ruz, “Reflexiones acerca de los libros de texto en la escuela”, pp. 79-80. Publicado originalmente en El Paladín Escolar, 15 de marzo de 1915.
[7] Alpizar Ruz, “El problema de la educación del indio”, p. 78. Publicado originalmente en El Paladín Escolar, 13 de noviembre de 1908.
[8] Vivas Romero, “Una lección de educación cívica”, pp. 116-120. Publicado originalmente en La Educación Integral, octubre de 1910.
[9] Vivas Romero, “Una excursión escolar”, pp. 127-132. Publicado originalmente en La Educación, 1 de abril de 1929.
[10] Vivas Romero, “Una lección de educación cívica”, p. 118.
[11] Vivas Romero, “Trascendental proyecto de la Liga de Acción Social”, p. 112. Publicado originalmente en La Educación Integral, 15 de enero de 1910.
[12] Vivas Romero, “Educación moral”, pp. 133-135. Tomado del libro El niño proletario, editado en 1945.
[13] Urzaiz Rodríguez, “La educabilidad: una necesidad esencial del hombre”, p. 170. Tomado del libro Nociones de antropología pedagógica, editado en 1939.
[14] Urzaiz Rodríguez, “La imaginación y la abstracción en el proceso educativo”, pp. 172-180. Tomado del libro Nociones de antropología educativa, editado en 1939.
[15] Urzaiz Rodríguez, “La educación como función social: su evolución histórica”, p. 138. Tomado del libro Conferencias sobre sociología dedicadas a los maestros de educación primaria y a los alumnos de las escuelas normales de la república mexicana, editado en 1924.
[16] Urzaiz Rodríguez, “La educabilidad: una necesidad esencial del hombre”, pp. 166-167.
[17] Texto editado recientemente por la Secretaria de Educación del Estado de Yucatán, inscrito en un amplio proyecto de rescate de nuestro patrimonio educativo realizado por la Casa de la Historia de la Educación de Yucatán. Menéndez de la Peña Rodolfo. La moral en acción, para la enseñanza primaria superior. Mérida, Universidad Autónoma de Yucatán-Secretaria de Educación del Estado de Yucatán, 2008, 273 p.
[18] La selección de poesía de Menéndez abarca las páginas 236-249. Todas provienen de La Escuela Primaria.

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