sábado, 4 de mayo de 2013

Memoria y monumentos




La memoria selecciona, conforma la identidad, olvido precedido de reflexión; pero olvidar sin reflexionar es desmemoria. La historia de los pueblos del interior del estado, cuando no son lo más grandes o poblados, se diluye con el paso del tiempo y aún aquellos grandes pueblos pueden, por las acciones humanas, perder vestigios de la historia sobre su progreso material, pérdida que muchas veces no puede ser reparada.
 
Los siglos pasados han dejado elementos memorísticos en edificaciones, placas y lugares, espacios donde la simple presencia del individuo o la observación del entorno lo remiten a experiencias personales o episodios de la historia comunal que perviven por la oralidad y tienen eco en los monumentos. Caminar por las calles céntricas de la mayoría de los poblados de Yucatán implica encontrarnos con placas conmemorativas a la jura de la Constitución de Cádiz, piedras con elementos prehispánicos incrustadas en las paredes de las casas y amplias construcciones donde los principales de la población vivieron en siglos pasados.

Muchas ocasiones basamos nuestra idea de monumento histórico en la antigüedad o la estética agradable, pocas veces es la memoria uno de los criterios. Si en base a la selección de recuerdos se construye la identidad y mediante la reflexión generan su historia los pueblos la memoria también nos ayuda a encontrar monumentos históricos, aunque no siempre corresponden a la antigüedad o estética deseada por las instituciones.

El desigual desarrollo material de los pueblos de Yucatán genera grandes expectativas sobre la pronta introducción del servicio de agua potable, de electricidad o pavimentación de las calles, cuando se logra no falta la inauguración y, la mayoría de las ocasiones, una placa conmemorativa. Los monumentos de muchos poblados surgieron de este modo. La primera toma de agua que facilitó los servicios de irrigación y consumo de agua potable, la primera calle con pavimento que agilizó el transporte de las cargas de la milpa o la primera instalación eléctrica, al caer en desuso evocaban recuerdos, fragmentos de la historia y pasaban a ser de manera discreta un monumento.


Posiblemente la falta de perspectiva sobre lo que es o cómo debe ser un monumento ha dado como resultado la demolición de muchos de ellos, dejando en el olvido episodios del progreso material de muchos de nuestros pueblos, siento que la mayoría no cuenta con una monografía. Las denuncias de demolición del patrimonio edificado tienen que ver con edificios del siglo XIX, pasando desapercibida la desaparición de otras edificaciones más recientes pero que tienen tanto o mayor peso memorístico.

En el año 2007 el POR ESTO! me dio la oportunidad de dar testimonio de la demolición de arcos mixtilíneos en una céntrica casa de Yaxcabá, pérdida irreparable; pocos años después la estructura del palacio municipal, que data de principios del siglo XIX, fue modificada al agregarle una torre de reloj que poco hace por la comunidad. Tristemente el cuidado del patrimonio edificado no ha sido prioridad en los últimos años.

En las últimas semanas, por acción del H. Ayuntamiento de Yaxcabá, fue demolida la primera toma de agua potable de la población, las reacciones no se hicieron esperar. La referida toma de agua no poseía elementos estéticos finos, sólo tenía una placa y la que fuera la primera llave de agua que dio beneficios a las familias de la población. Databa de los primeros años de la década de 1970. No era un monumento por sus atributos físicos o por su antigüedad, lo era por ser depósito de la memoria de muchos pobladores que en los días de su inauguración eran niños o adultos jóvenes.

La desmemoria se causa por acciones poco meditadas como la anterior y que dan cause a críticas aceptables pero también a la denostación sin sentido. Esperemos que las autoridades municipales de Yaxcabá tengan mejores criterios de preservación de elementos históricos del municipio. Al PAN se le ha acusado, desde las más altas esferas de la cultura nacional, de no preocuparse por la preservación de la cultura e historia de México, esperemos que no sea ese el caso de las autoridades de Yaxcabá. Aún están a tiempo de tomar acciones más meditadas o librarse de los malos consejeros.

Mientras tanto la comunidad tiene un lugar menos donde rememorar la historia.

Publicado en Por Esto!, 11 de abril de 2013.

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