La memoria selecciona, conforma la
identidad, olvido precedido de reflexión; pero olvidar sin reflexionar es
desmemoria. La historia de los pueblos del interior del estado, cuando no son
lo más grandes o poblados, se diluye con el paso del tiempo y aún aquellos grandes
pueblos pueden, por las acciones humanas, perder vestigios de la historia sobre
su progreso material, pérdida que muchas veces no puede ser reparada.
Los siglos pasados han dejado
elementos memorísticos en edificaciones, placas y lugares, espacios donde la
simple presencia del individuo o la observación del entorno lo remiten a
experiencias personales o episodios de la historia comunal que perviven por la oralidad
y tienen eco en los monumentos. Caminar por las calles céntricas de la mayoría
de los poblados de Yucatán implica encontrarnos con placas conmemorativas a la
jura de la Constitución de Cádiz, piedras con elementos prehispánicos incrustadas
en las paredes de las casas y amplias construcciones donde los principales de
la población vivieron en siglos pasados.
Muchas ocasiones basamos nuestra idea
de monumento histórico en la antigüedad o la estética agradable, pocas veces es
la memoria uno de los criterios. Si en base a la selección de recuerdos se
construye la identidad y mediante la reflexión generan su historia los pueblos
la memoria también nos ayuda a encontrar monumentos históricos, aunque no
siempre corresponden a la antigüedad o estética deseada por las instituciones.
El desigual desarrollo material de los
pueblos de Yucatán genera grandes expectativas sobre la pronta introducción del
servicio de agua potable, de electricidad o pavimentación de las calles, cuando
se logra no falta la inauguración y, la mayoría de las ocasiones, una placa
conmemorativa. Los monumentos de muchos poblados surgieron de este modo. La
primera toma de agua que facilitó los servicios de irrigación y consumo de agua
potable, la primera calle con pavimento que agilizó el transporte de las cargas
de la milpa o la primera instalación eléctrica, al caer en desuso evocaban
recuerdos, fragmentos de la historia y pasaban a ser de manera discreta un
monumento.
Posiblemente la falta de perspectiva
sobre lo que es o cómo debe ser un monumento ha dado como resultado la demolición
de muchos de ellos, dejando en el olvido episodios del progreso material de
muchos de nuestros pueblos, siento que la mayoría no cuenta con una monografía.
Las denuncias de demolición del patrimonio edificado tienen que ver con
edificios del siglo XIX, pasando desapercibida la desaparición de otras
edificaciones más recientes pero que tienen tanto o mayor peso memorístico.
En el año 2007 el POR ESTO! me dio la
oportunidad de dar testimonio de la demolición de arcos mixtilíneos en una
céntrica casa de Yaxcabá, pérdida irreparable; pocos años después la estructura
del palacio municipal, que data de principios del siglo XIX, fue modificada al
agregarle una torre de reloj que poco hace por la comunidad. Tristemente el
cuidado del patrimonio edificado no ha sido prioridad en los últimos años.
En las últimas semanas, por acción del
H. Ayuntamiento de Yaxcabá, fue demolida la primera toma de agua potable de la
población, las reacciones no se hicieron esperar. La referida toma de agua no
poseía elementos estéticos finos, sólo tenía una placa y la que fuera la
primera llave de agua que dio beneficios a las familias de la población. Databa
de los primeros años de la década de 1970. No era un monumento por sus
atributos físicos o por su antigüedad, lo era por ser depósito de la memoria de
muchos pobladores que en los días de su inauguración eran niños o adultos
jóvenes.
La desmemoria se causa por acciones poco
meditadas como la anterior y que dan cause a críticas aceptables pero también a
la denostación sin sentido. Esperemos que las autoridades municipales de
Yaxcabá tengan mejores criterios de preservación de elementos históricos del
municipio. Al PAN se le ha acusado, desde las más altas esferas de la cultura
nacional, de no preocuparse por la preservación de la cultura e historia de
México, esperemos que no sea ese el caso de las autoridades de Yaxcabá. Aún
están a tiempo de tomar acciones más meditadas o librarse de los malos
consejeros.
Mientras tanto la comunidad tiene un
lugar menos donde rememorar la historia.
Publicado en Por Esto!, 11 de abril de 2013.
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