domingo, 10 de junio de 2012

Las escuelas sotuteñas durante el Segundo Imperio

Tesoros de la BVY No. 38

Joed A. Peña Alcocer, en PorEsto!, 30 de abril de 2012.

La vida en Yucatán durante el Segundo Imperio estuvo marcada por la amenaza de la sublevación indígena y los conflictos políticos. Lo anterior resultó en la vida precaria imperante en las comunidades del interior de Yucatán, mucho más en aquellas cercanas a las zonas de conflicto. El elemento educativo resulta un buen parámetro para medir las condiciones en que se encontraban las poblaciones, ya que la existencia de un instituto educativo nos habla de un relativo progreso en infraestructura, mientras que su ausencia es claro signo de las pobres condiciones materiales a las que muchos pueblos se enfrentaban.
El caso del partido de Sotuta es un buen ejemplo de las diferencias que imperaban entre los pueblos abatidos por la guerra y aquellos que permanecieron intactos. Las afectaciones que sufrió la cabecera que daba nombre al partido no fueron tan devastadoras como las que padeció su vecina Yaxcabá, otrora cabecera de partido y rico pueblo comerciante de maíz, que había quedado en un abandono casi total. Dejamos al lector un fragmento del informe rendido al comisario imperial en el que se da cuenta de las condiciones de las escuelas en Sotuta y Yaxcabá.






Informe del inspector de escuelas públicas del Imperio, relativo a los partidos de Mérida, Motul, Valladolid, Sotuta, Maxcanú, Tizimín, Izamal, Sisal y Espita, 1865. Fondo Reservado del Centro de Apoyo a la Investigación Histórica de Yucatán.








 

Excelentísimo Señor Comisario Imperial
Elevo a Vuestra Excelencia, para su superior conocimiento el pequeño informe relativo al partido de Sotuta de este Departamento, el cual, en todos sus pueblos sufrió en la invasión de indios bárbaros como uno de los más de la Península, quedando caso convertido en ruinas, sin que hasta la fecha hayan sido remediados sus padecimientos ni reedificadas sus poblaciones, por la escasez de habitantes y la extrema pobreza a que quedaron reducidos en su mayor parte desde aquella invasión: no existe, por lo tanto, en aquel partido, más que una sola escuela pública gratuita situada en la cabecera de la que paso a dar a Vuestra Excelencia conocimiento, como igualmente de los demás pueblos que conforman dicho partido en los que, a pesar de sus pocos habitantes que viven siempre en alarma por la poca seguridad con que habitan en aquellos lugares, pueden ponerse escuelas pequeñas en que pueda irse instruyendo su juventud menesterosa, si así lo cree posible y justo la Superioridad.
En la cabecera de dicho partido, Sotuta, existe la expresada escuela a cargo del preceptor sin título, D. Joaquín Araujo, Bachiller en filosofía, y persona que posee muy regulares conocimientos para el desempeño de la honorifica misión de que está encargado. Tiene a su cargo la instrucción de noventa alumnos que, según el corto censo a que ha sido reducida la población, por causa de la guerra, constan en su registro; y aunque no pueden concurrir todos a la vez a recibir sus lecciones, por lo muy reducido del local y la absoluta escasez de bancas y útiles para los niños, se alternan entre sí para remediar en lo posible aquellos inconvenientes, aprendiendo el idioma castellano, lectura y doctrina, y los demás, en cuanto es posible, la escritura, gramática y Aritmética, cuyos textos son comúnmente usados en la mayor parte de los pueblos del departamento.
El referido preceptor tiene destinados por el Superior Gobierno, dotación mensual, treinta pesos: veinte del Erario público y diez del producto del fondo municipal de aquel pueblo; más de esta suma sólo percibe los veinte pesos que le satisface el Erario, no habiendo recibido hasta la fecha del expresado fondo municipal más, que dos pesos. Que quedan existentes en él, después de hechos sus gastos mensuales, lo que reduce la dotación del preceptor Araujo, a veinte y dos pesos al mes que son los únicos que ha disfrutado hasta la fecha, sobre cuyo particular cree el que suscribe, que es de rigurosa justicia llamar la atención de la superioridad. Las horas de asistencia a las escuela, son las más comunes: de seis a nueve de la mañana, y de tres a cinco de la tarde; y por lo que toca al local en que está situada, es uno de los más pequeños, calurosos y menos ventilados que existen en la población, sin que en manera alguna haya podido remediarse este mal por el estado de completa ruina en que se encuentran la mayor parte de los edificios de la población de la época de la invasión expresada.
Poblaciones en que no hay escuelas
Yaxcabá
No hay escuela en este pueblo; pero debe establecerse entre poco tiempo, estando ya nombrado por la Prefectura Superior, para director de ella D. Domingo Peña, profesor sin título, con la dotación de quince pesos mensuales que deberá percibir del Erario público.
Pueden convenir a su escuela, cuando esté abierta, hasta el número de cuarenta niños que, según censo, existen en aquella población, aptos para inscribirse en su registro.
Carece absolutamente de enseres para los niños y con dificultades se podrá proporcionar un local regular para la enseñanza; pero la autoridad local por recomendación especial del Señor Subprefecto del partido, ha ofrecido hacer los esfuerzos posibles por proporcionarlo, a pesar de las dificultades que presenta el caso, por ser este pueblo desgraciadamente uno de los más arruinados del partido.

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