miércoles, 22 de mayo de 2013

Ideales pedagógicos, afanes sociales

Joed Amílcar Peña Alcocer en Unicornio, suplemento cultural y científico de PorEsto!, 21 de abril de 2013. [1]

Bejlae´ bajun ki´imak óolil
Yaan tak tu taamil k-puksi´ik´al
Tumen le senkech muy´yajo´,
Jach tu jaajil ts´o´ok u máan.

Le beetik wéetxiibile´ex
Tin wóotaj k´uchuj te´ela´.
¡tumen tin ts´íiboltaj k´aay
U ki´imak óolil bejlae´!

Ahora, cuánta felicitad
Hay hasta el fondo de nuestro corazón,
Porque tanto sufrimiento
De verdad ha acabado.

Por eso compañeros hombres
He querido llegar hasta aquí
¡porque deseé cantar
La felicidad de hoy!
 
                                 David Vivas Romero

La escritura es una de las conquistas más grandes en la historia humana, con ella se alcanzó la inmortalidad, no del cuerpo y sí de las ideas. Transmitir pensamientos, formular propuestas, dejar registro de los procesos humanos y hacer de la palabra acción son algunas de las formas primordiales del texto, de la grafía en la vida de la humanidad.

Algunos individuos en nuestra historia lograron, gracias a su pluma, ser de la colectividad, en otras palabras, patrimonio de todos. ¿Cómo es posible pasar de la unidad corporal a la multiplicidad patrimonial? La palabra es vehículo de ideas y, en los casos más excelsos, de esencias. Cuando somos capaces de transmitir con la escritura parte de nosotros hemos encontrado su función social, demostramos además compromiso pleno con el tema escrito.

Un texto da cuenta de la idea, un conjunto de ellos y del mismo autor nos muestra su cosmovisión, su talante intelectual; de varios autores un conjunto de textos sobre un tema nos da el panorama de una época, de una ciencia o disciplina.

Nos reunimos el día de hoy para celebrar el ingenio humano, primero del escribir y después el de buscar. El volumen Grandes pedagogos yucatecos[2] es un florilegio luminoso de intelectualidad, deberes e ideales educativos, originado en cinco mentes dedicadas a la educación de la juventud yucateca de principios del siglo XX. La misma publicación tiene la marca de un editor que no escatimó tiempo y dedicación para encontrar los textos que conforman el segundo volumen de Grandes pedagogos yucatecos.



Uno de los méritos del libro es reunir textos de difícil acceso, algo que seguramente muchos han señalado ya. Los artículos encierran un valor más profundo, que es a saber, brindar las huellas del pensar pedagógico de cada uno de los autores compilados. Los textos dan el perfil de cada autor, diferenciables plenamente, en conjunto nos muestran el camino que tomó la pedagogía en las primeras cuatro décadas del siglo XX. A continuación resumimos nuestra propuesta de lectura.

Por una pedagogía crítica. Manuel Alcalá Martín

Los artículos del maestro tizimileño demuestran una clara preocupación por la educación, fundamentada en la crítica al sistema educativo, a los métodos e ideas imperantes en Yucatán.
En “La escuela primaria: su orientación actual” el maestro Alcalá escribió:
En efecto, la escuela antigua, conforme con el concepto que de ella se tenía, conforme el humildísimo papel que desempeñaba en el seno de las sociedades no alumbradas aún por el magnífico sol del renacimiento de las ideas que ha inyectado en los pueblos la savia de sus principios vigorizantes, era exclusivamente instructiva, se limitaba a transmitir a las inteligencias en flor una dosis más o menos escasa de intelectualismo desesperante, con su aprendizaje de memoria, con sus textos abstrusos, con sus procedimientos rutinarios, con la más absurda de las disciplinas, reveladora de ningún conocimiento que se tenía de la naturaleza psicofísica del niño […]. [3]

La crítica a la escuela antigua no era nueva, en este caso lo importante es situar las afirmaciones en el tiempo de su creación, 1910. La escuela antigua no era aquélla impartida antes, sino, durante el Porfiriato, aquélla que los congresos pedagógicos intentaron substituir, pero apenas veían los resultados esperados. La orientación, el camino que las escuelas debían tomar era muy claro.

Lo anterior queda confirmado con el texto “La inspección técnica de las escuelas: urgente necesidad de su reorganización”, donde la propuesta es modificar la distribución de las zonas escolares ya que “la Ley de instrucción pública de 1887, vigente en parte de nuestro Estado, establece la inspección escolar; pero ésta es muy deficiente en su organización”.[4] Su labor le valió ser prologuista de El problema de la instrucción pública en Yucatán, de José I. Novelo.

La tradición pedagógica es otro de los temas que permean la obra de Alcalá Martín, de manera especial la semblanza que realiza de Rodolfo Menéndez nos ilustra la influencia tan fuerte que los porfirianos y positivistas ejercieron en una de las generaciones de estudiantes que mayor peso tuvo en la construcción de los proyectos educativos del siglo XX. Los afanes de cambio fueron expresados en sus textos, el temor a contradecir no era característico en el profesor.

Visión panorámica o el que todo lo abarca. Artemio Alpizar Ruz

Peca de modesto en “La efectividad de la enseñanza en el estado”,[5] argumenta estar poco preparado para responder al cuestionario de El Paladín Escolar. Pero en cada respuesta hace ir y venir al lector entre reflexiones basadas en su experiencia educativa: “la ley del estado es letra muerta”, “ha hecho falta también el esfuerzo de la iniciativa privada”, “contribuciones especiales para instrucción” y “equilibrio de presupuesto” son algunos de los temas tratados.

El libro como elemento indispensable en la educación es motivo de otro de los textos del maestro Alpizar Ruz, dedica un artículo al problema de los libros para la enseñanza en el aula. La cultura del libro en nuestros días se encuentra en un debate constante, principalmente por los nuevos soportes y los llamados libros enriquecidos, ello no ha impedido que el texto de instrucción se mantenga en las aulas y sea punto central del debate entre los profesionales de la educación.

El texto titulado “Reflexión acerca de los libros de texto en la escuela” es una crítica al maestro flojo que hace del libro “objeto y agente activo de la enseñanza”[6] cuando sólo debe de ser el medio. Es un texto que dadas las condiciones actuales sobre el libro vale la pena estudiar.
La educación del indígena no escapó a su ojo de águila:

Otro grave inconveniente para la difusión de la enseñanza en los pueblos es el idioma; todos sabemos que la lengua maya es la que hablan los hijos de los indios. Por esa razón, el maestro encargado de una escuela rural debe poseer esa lengua, si se quiere que cumpla convenientemente su cometido, de lo contrario es fácil obtener un fracaso que redundará en perjuicio de dicha raza.[7]

¿Cómo nos encontramos en ese punto ahora? Buscar soluciones que todo lo abarcan sólo está en los hombres que buscan el progreso no de una fracción, sino de la totalidad. Una perspectiva amplia sólo puede ser respaldada por un conocimiento de mismas características.

Buena educación para una buena patria. David Vivas Romero

La formación de valores cívicos es inseparable de la educación, ha sido su motivo y razón (basta leer Educación y nacionalismo de Josefina Zoraida Vásquez), así lo confirman cada uno de los textos de David Vivas Romero. El alto celo patriótico del maestro queda de manifiesto en su vehemente forma de expresarse sobre el lábaro patrio, de la descripción detallada y emotiva de los niños llorosos ante la enseña tricolor.

La Revolución hacía su trabajo en la mente del profesorado Yucateco, si el Porfiriato dio lugar a lo extranjero ahora los profesores no pasaban oportunidad de dar cuenta de la importancia del respeto a los símbolos patrios de México. “Una lección de educación cívica”[8] y “Una excursión escolar”.[9]
Los recuerdos de las fiestas del centenario de la independencia en 1910 cobraron excepcional valor para hablar de patriotismo, su sentir queda descubierto cuando recuerda las fiestas nacionales:

Era que el gran espíritu de la Patria ungía en aquel instante nuestras almas con el óleo sacrosanto de su amor. A mí me pareció que nos alejábamos de la tierra, que su resplandor vivísimo me deslumbra y que una música lejana y dulcísima embargaba mis sentidos. Mientras tanto, las tiernas vocesitas (sic) decían: “¡Bandera! ¡Bandera tricolor! ¡Bandera de México![10]

El respeto a la patria, a la identidad mexicana, es distintivo de la educación que inicia a partir del año de 1910. La emotividad patria se fundiría con el proceso de enseñanza, considerando a la educación eslabón indispensable en la construcción de la nación, las fiestas del Centenario no tendrían tanto eco en el régimen de Porfirio Díaz como en el de Francisco I. Madero. La presencia de la Liga de Acción social en algunos de sus textos es de llamar la atención, si bien se trataba de una institución de carácter social no era del agrado de todos. En la conciencia de David Vivas la Liga de Acción social era:
Motivo de legítimo orgullo y que más tarde, si, como lo deseamos ardientemente, consigue llevar sus hermosísimos ideales al terreno de la práctica, será causa muy poderosa de positivos adelantos, correspondiéndole por ello un puesto de honor, una brillante página en los anales del progreso yucateco.[11]

Se mantuvo fiel a la idea del maestro como formador de ciudadanos que rindieran el debido respeto a la patria y supieran convivir en armonía con los demás. “La educación moral”,[12] texto incluido en la antología, nos remite a una nueva moral, secular, donde lo moral es civilizado y patriótico.

Científico de la educación, sociólogo de la vida. Eduardo Urzaiz


De intelectualidad sobresaliente, de imponente figura e impresionante polivalencia, Eduardo Urzaiz supo llenar el espacio que al entrar cada vez más al siglo XX dejó Rodolfo Menéndez de la Peña. Primer rector de la Universidad Nacional del Sureste, novelista, precursor de la psiquiatría e introductor de la operación cesárea en Yucatán el nombre de Eduardo Urzaiz significa mucho.

Se ha mencionado que la más grande labor del cubano hecho yucateco fue introducir la operación cesárea en nuestro estado, disiento de tal afirmación, sus textos deben hacernos pensar en una obra equilibrada donde todo, realmente todo, tiene el mismo peso. Sin su interés por la educación nadie hubiera aprendido a hacer una cesárea, sin su pensar científico los progresos en la teoría pedagógica local hubieran sido lentos.

El Porfiriato le sentó bien a Eduardo Urzaiz, su formación positivista reluce en pasajes como el siguiente:
Mas hay que convencerse, por triste que esto sea, que el poder de la educación tiene sus límites y de que existen seres incurables o a quienes la educación modifica muy poco. Tales son los niños totalmente idiotas, los amorales o criminales natos, los epilépticos con impulsos irresistibles y los que se encuentran en el primer periódico de la demencia precoz.[13]
La cita anterior es producto del rigor y del lenguaje técnico, la influencia de la psiquiatría en el estudio de los “criminales natos” fue una constante porfiriana, el surgimiento de los departamentos de antropología criminal tiene su base en ese tipo de estudios que llevaron, incluso, a la medición de los niños en escuelas para detectar a los “idiotas”, criminales y demás “anormales”.

Sus textos son una síntesis de sus trabajos en todas las ciencias que cultivó, “La imaginación y la abstracción en el proceso educativo”[14] producto de sus estudios sobre psiquiatría, “La educación como función social” revela su interés por la sociología pedagógica: “la educación comprende las aptitudes físicas y psíquicas del individuo humano y las colectivas que posee como ser social; es el factor más importante en la evolución de este ser y el coeficiente del progreso en general”.[15]

El texto renombrado por el editor como “La educabilidad: una necesidad esencial del hombre” nos remite a la unión de biología y ciencias sociales para el amplio entendimiento del proceso de formación intelectual de los individuos, combatía pensar la pedagogía como una labor simple:

El poder de la educación ha sido muy discutido. Algunos lo consideran limitado; suponen a todos los hombres iguales al nacer y creen que cuando lleguen a ser más tarde, en bien o en mal, será obra de la educación que reciban. Otros niegan este poder y afirman que el modo de ser de cada individuo depende únicamente de las tendencias que hereda de sus progenitores [...]. Ambos extremos se apartan igualmente de la verdad. Todo niño, al nacer, hereda de sus padres y antepasados aptitudes y defectos, tendencias buenas y malas. La obra de la educación consiste en aprovechar las disposiciones felices del sujeto y promover el desarrollo de las facultades deficientes y menos brillantes [...].[16]
En conjunto hacen el trabajo que hoy llamamos multidisciplinar, biología, antropología, historia y pedagogía se reunían para poder explorar toda la complejidad de la formación intelectual del hombre.

Humanista, maestro. Rodolfo Menéndez de la Peña


Rodolfo Menéndez, como maestro de ideas liberales siempre buscó el progreso social, moral y científico mediante la educación, pero ello no significaba negara la utilidad de la enseñanza religiosa como referente para mejorar y templar el carácter del niño.

Publicó en el año de 1907 La moral en acción[17] para su uso en la enseñanza primaria, el texto señala en su prólogo que uno de los fines de la enseñanza es “formar el corazón y el carácter del niño, robustecer su sentido moral, impedir que en su alma se formen las malas inclinaciones, cultivar en él los elevados sentimientos de la benevolencia, la caridad, la abnegación, el amor sagrado de la patria y del género humano, las leyes del honor, el culto del deber, la religión de la virtud”, elementos similares a los deberes cristianos.

Las poesías “El lujo de los pobres”, “La enseñanza y el bien”, “La inocencia y el arrepentimiento” y “El taller y la escuela” nos permiten ver en buena medida al humanista que fue. [18]

Consideraciones generales

El volumen presentado por Freddy Espadas Sosa es un complemento ideal para el estudio de las ideas pedagógicas en nuestro estado, nos permite aproximarnos a revistas como La Escuela Primaria, La Educación, La Educación Integral, El Paladín Escolar y Lux, además de algunos capítulos de libros. Cabría decir que presentar los textos de cada autor en orden cronológico hubiera sido útil para seguir la evolución de su ideario, de los temas que les preocuparon con el paso de los años. Fuera de ello no hay detalle que apuntar.

Por parte de los grandes pedagogos reluce su filiación porfiriana, de los cinco dos mencionan a Olegario Molina como impulsor de la educación, dos no hacen mención de ninguno de ellos, pero no ocultan su positivismo, sólo uno de ellos hace mención de Madero y su gobierno. Textos que nos hablan de un ideario, textos que nos hablan de una época, de la complejidad de la pedagogía.

Notas

[1] Texto leído por el autor en la presentación del libro Grandes pedagogos yucatecos, el pasado 21 de marzo en la Casa de la Historia de la Educación de Yucatán.
[2] Espadas Sosa, Freddy (editor). Grandes pedagogos yucatecos, volumen II. Mérida, Casa de la Historia de la Educación de Yucatán-Universidad Autónoma de Yucatán-Universidad Pedagógica Nacional-Secretaria de Educación Pública del Gobierno del Estado de Yucatán, 2012, p. 262. Las citas de obras de pedagogos yucatecos realizadas a lo largo del texto provienen del libro referenciado anteriormente, se consignará al autor, el título resumido y la página correspondiente en la edición (en el caso de una cita textual se anota la página precisa, en caso de referencia general a algún artículo se señalan las páginas que ocupa), así como la fecha de publicación original.
[3] Alcalá Martín, “La escuela primaria: su orientación actual”, pp. 35-36. Publicado originalmente en La Educación Integral, 15 de enero de 1910.
[4] Alcalá Martín, “La inspección técnica de las escuelas: urgente necesidad de su reorganización”, p. 48. Publicado originalmente en La Educación Integral, 5 de mayo de 1910.
[5] Alpizar Ruz, “La efectividad de la enseñanza en el estado”, pp. 57-69. Publicado originalmente en El Paladín Escolar, 15 de mayo de 1913.
[6] Alpizar Ruz, “Reflexiones acerca de los libros de texto en la escuela”, pp. 79-80. Publicado originalmente en El Paladín Escolar, 15 de marzo de 1915.
[7] Alpizar Ruz, “El problema de la educación del indio”, p. 78. Publicado originalmente en El Paladín Escolar, 13 de noviembre de 1908.
[8] Vivas Romero, “Una lección de educación cívica”, pp. 116-120. Publicado originalmente en La Educación Integral, octubre de 1910.
[9] Vivas Romero, “Una excursión escolar”, pp. 127-132. Publicado originalmente en La Educación, 1 de abril de 1929.
[10] Vivas Romero, “Una lección de educación cívica”, p. 118.
[11] Vivas Romero, “Trascendental proyecto de la Liga de Acción Social”, p. 112. Publicado originalmente en La Educación Integral, 15 de enero de 1910.
[12] Vivas Romero, “Educación moral”, pp. 133-135. Tomado del libro El niño proletario, editado en 1945.
[13] Urzaiz Rodríguez, “La educabilidad: una necesidad esencial del hombre”, p. 170. Tomado del libro Nociones de antropología pedagógica, editado en 1939.
[14] Urzaiz Rodríguez, “La imaginación y la abstracción en el proceso educativo”, pp. 172-180. Tomado del libro Nociones de antropología educativa, editado en 1939.
[15] Urzaiz Rodríguez, “La educación como función social: su evolución histórica”, p. 138. Tomado del libro Conferencias sobre sociología dedicadas a los maestros de educación primaria y a los alumnos de las escuelas normales de la república mexicana, editado en 1924.
[16] Urzaiz Rodríguez, “La educabilidad: una necesidad esencial del hombre”, pp. 166-167.
[17] Texto editado recientemente por la Secretaria de Educación del Estado de Yucatán, inscrito en un amplio proyecto de rescate de nuestro patrimonio educativo realizado por la Casa de la Historia de la Educación de Yucatán. Menéndez de la Peña Rodolfo. La moral en acción, para la enseñanza primaria superior. Mérida, Universidad Autónoma de Yucatán-Secretaria de Educación del Estado de Yucatán, 2008, 273 p.
[18] La selección de poesía de Menéndez abarca las páginas 236-249. Todas provienen de La Escuela Primaria.

lunes, 20 de mayo de 2013

Huay Kot de Yaxcabá


La historia de los ranchos, villas y pueblos de México tiene fronteras difusas con la memoria y el mito. Los procesos de fundación de nuestras comunidades son punto de encuentro entre la historia certera y la invención de tradiciones, se trata de un camino que lleva, muchas veces de forma inesperada, a la conformación o apropiación de identidades comunitarias.

No son únicamente las historias de fundación aquellas que unen historia e invención de la memoria, los personajes notables de las comunidades tienen parte en este proceso. Algunas veces los hechos históricos de los personajes son superados por los que la tradición y la memoria han creado, así se olvidan la mayoría de sus actividades, que son rápidamente suplidas por el mito y la leyenda. Tal es el caso de Claudio Padilla, polémico político y próspero comerciante de Yaxcabá, mejor conocido como el brujo águila, el Huay Koy. Aquí una historia que la abuelita contó un día al inquieto nieto:

Nunca salgas a altas horas de la noche, mucho menos se te ocurra ir por el rumbo del cenote, cosas terribles de pueden pasar, más a ti que eres aún un niño muy pequeño. Supe que ayer en la mañana fuiste por esos rumbos, lo bueno es que estás bien, no te pasó nada, pero escucha ésta historia que es para que sepas quien habita el lugar al que te acercaste.

Hace muchos años en la casona que está frente al cenote, aquella que ahora está pintada de amarillo y con un gran zaguán, era lugar de reposo para los viajeros que se aventuraban al oriente de Yucatán, tenía gran cantidad de servicios, agua corriente, pan caliente para las comidas y una gran variedad de especias. Era la tienda mejor surtida de la región, ni los de Sotuta tenían tal cosa. La casona era propiedad de Claudio Padilla, quien se daba el lujo de criar venados y palomas en los patios traseros del lugar, ¿te imaginas qué bonito fueron sus jardines en aquel tiempo? Solo de imaginarlo uno sonríe.

Don Claudio fue el primer alcalde de Yaxcabá, esto que te cuento fue en las primeras décadas de 1800, él fue uno de los que mandó construir el Palacio Municipal, en aquella época lo llamaban Audiencia, aún queda la placa conmemorativa de ese hecho, cuando tu papá te lleve a la presidencia a ver a tu tío Armando pídele te la muestre.

Pero, ¿qué crees?, parece ser que Claudio Padilla no resultó ser un buen alcalde, incluso se interpuso una denuncia en su contra por abuso de autoridad, pero el señor no dejó de participar en la política, unos años después de haber dejado la alcaldía de Yaxcabá solicitó cargos políticos en Sotuta, no sé si logró tener algún puesto en la administración de ese pueblo.

La gente le temía a Claudio Padilla, no únicamente por su poder político. Muchos dicen que tenía poderes que solo se consiguen de mala manera, que poseía la habilidad de cambiar de forma y controlar a los animales que mantenía en los patios traseros de su casa.

Las sospechas aumentaron cuando una señora fue un día a comprar pimienta verde, los anaqueles de la tienta estaban vacíos, pero don Claudio le prometió a su cliente que al día siguiente podría pasar por la pimienta, se encargaría de conseguirla. Dicho y hecho. Un día después, al clarear la mañana, los anaqueles de la tienda estaban rebosantes de decenas de nuevos productos, incluida la pimienta verde.

Una persona del pueblo dijo que durante la madrugada, al salir rumbo a la milpa, vio cómo descendía sobre la casa de Claudio Padilla una enorme y amenazante ave, seguida de miles de palomas que en conjunto traían cajas y cajas. ¡Deja de temblar chamaco!, que no he terminado la historia, ¿quién crees que era el brujo? Claudio Padilla.

Recuerdo que Manuela Peña dedica a su abuelo Claudio Padilla.

Desde ese día le apodaron Huay Koy, que quiere decir brujo águila. La casa a la que entraste ayer es donde vivía, algunos dicen que su espíritu aún está ahí. Fue tanto el temor que le llegaron a tener que muchos buscaban matar a los hijos y nietos de Claudio Padilla, tu abuelo Ben vio morir a uno de los últimos descendientes del temido Huay Koy de Yaxcabá.

¿Cómo dices?, ¿si aún hay familia de Claudio Padilla en el pueblo? Aún la hay, no todos lo saben porque los matrimonios cambian los apellidos de las familias. Ve a la iglesia del pueblo, en la pared derecha verás la lápida de uno de los últimos hijos de Claudio Padilla, mira la dedicatoria que la lápida fúnebre tiene, después de leerla quiero que te cuides mucho más, no vaya a ser que resultes ser un chan brujo. Te lo repito, no salgas solo durante la noche, otro día te contaré más historias del famoso brujo de nuestro pueblo.

Joed Amílcar Peña Alcocer en Por Esto!, 26 de abril de 2013.

sábado, 4 de mayo de 2013

Memoria y monumentos




La memoria selecciona, conforma la identidad, olvido precedido de reflexión; pero olvidar sin reflexionar es desmemoria. La historia de los pueblos del interior del estado, cuando no son lo más grandes o poblados, se diluye con el paso del tiempo y aún aquellos grandes pueblos pueden, por las acciones humanas, perder vestigios de la historia sobre su progreso material, pérdida que muchas veces no puede ser reparada.
 
Los siglos pasados han dejado elementos memorísticos en edificaciones, placas y lugares, espacios donde la simple presencia del individuo o la observación del entorno lo remiten a experiencias personales o episodios de la historia comunal que perviven por la oralidad y tienen eco en los monumentos. Caminar por las calles céntricas de la mayoría de los poblados de Yucatán implica encontrarnos con placas conmemorativas a la jura de la Constitución de Cádiz, piedras con elementos prehispánicos incrustadas en las paredes de las casas y amplias construcciones donde los principales de la población vivieron en siglos pasados.

Muchas ocasiones basamos nuestra idea de monumento histórico en la antigüedad o la estética agradable, pocas veces es la memoria uno de los criterios. Si en base a la selección de recuerdos se construye la identidad y mediante la reflexión generan su historia los pueblos la memoria también nos ayuda a encontrar monumentos históricos, aunque no siempre corresponden a la antigüedad o estética deseada por las instituciones.

El desigual desarrollo material de los pueblos de Yucatán genera grandes expectativas sobre la pronta introducción del servicio de agua potable, de electricidad o pavimentación de las calles, cuando se logra no falta la inauguración y, la mayoría de las ocasiones, una placa conmemorativa. Los monumentos de muchos poblados surgieron de este modo. La primera toma de agua que facilitó los servicios de irrigación y consumo de agua potable, la primera calle con pavimento que agilizó el transporte de las cargas de la milpa o la primera instalación eléctrica, al caer en desuso evocaban recuerdos, fragmentos de la historia y pasaban a ser de manera discreta un monumento.


Posiblemente la falta de perspectiva sobre lo que es o cómo debe ser un monumento ha dado como resultado la demolición de muchos de ellos, dejando en el olvido episodios del progreso material de muchos de nuestros pueblos, siento que la mayoría no cuenta con una monografía. Las denuncias de demolición del patrimonio edificado tienen que ver con edificios del siglo XIX, pasando desapercibida la desaparición de otras edificaciones más recientes pero que tienen tanto o mayor peso memorístico.

En el año 2007 el POR ESTO! me dio la oportunidad de dar testimonio de la demolición de arcos mixtilíneos en una céntrica casa de Yaxcabá, pérdida irreparable; pocos años después la estructura del palacio municipal, que data de principios del siglo XIX, fue modificada al agregarle una torre de reloj que poco hace por la comunidad. Tristemente el cuidado del patrimonio edificado no ha sido prioridad en los últimos años.

En las últimas semanas, por acción del H. Ayuntamiento de Yaxcabá, fue demolida la primera toma de agua potable de la población, las reacciones no se hicieron esperar. La referida toma de agua no poseía elementos estéticos finos, sólo tenía una placa y la que fuera la primera llave de agua que dio beneficios a las familias de la población. Databa de los primeros años de la década de 1970. No era un monumento por sus atributos físicos o por su antigüedad, lo era por ser depósito de la memoria de muchos pobladores que en los días de su inauguración eran niños o adultos jóvenes.

La desmemoria se causa por acciones poco meditadas como la anterior y que dan cause a críticas aceptables pero también a la denostación sin sentido. Esperemos que las autoridades municipales de Yaxcabá tengan mejores criterios de preservación de elementos históricos del municipio. Al PAN se le ha acusado, desde las más altas esferas de la cultura nacional, de no preocuparse por la preservación de la cultura e historia de México, esperemos que no sea ese el caso de las autoridades de Yaxcabá. Aún están a tiempo de tomar acciones más meditadas o librarse de los malos consejeros.

Mientras tanto la comunidad tiene un lugar menos donde rememorar la historia.

Publicado en Por Esto!, 11 de abril de 2013.

viernes, 3 de mayo de 2013

Chacmool: convergencia de voces


I

La hermandad es uno de los más altos valores del carácter humano, es el vértice de la concordia, la comunicación y la comunión. No todos han podido acceder a ella, muchos han sucumbido ante el peso del omnímodo mundo capitalista aproximándose a un egoísmo individualista que nos desposee de nuestra sustancia.

En nuestra situación actual todo esfuerzo por buscar la unidad de los pueblos y el mutuo entendimiento es ya una noble misión, erigiéndose como posibilidad de reencuentro y crítica a la separación. Los pueblos americanos en el desarrollo de su historia han visto flageladas sus relaciones, muchos son los motivos y diversos los efectos, pero ha llegado el tiempo en el que se procure una reunión de pensamiento. América es una.

José Martí en Nuestra América vislumbró las posibilidades, dio los elementos y señaló claramente que “ cree el soberbio que la tierra fue hecha para servirle de pedestal, porque tiene la pluma fácil o la palabra de colores, y acusa de incapaz e irremediable a su república nativa, porque no le dan sus selvas nuevas modo continuo de ir por el mundo de gamonal famoso, guiando jacas de Persia y derramando champaña”. Los de corazón fatuo, a pesar de su pulcra escritura y deleite de sus palabras no buscan la hermandad, no ven en su patria provecho. De ellos Martí escribió: “¡estos nacidos en América, que se avergüenzan, porque llevan delantal indio, de la madre que los crió, y reniegan, ¡bribones!, de la madre enferma, y la dejan sola en el lecho de las enfermedades! Pues, ¿quién es el hombre? ¿El que se queda con la madre, a curarle la enfermedad, o el que la pone a trabajar donde no la vean, y vive de su sustento en las tierras podridas con el gusano de corbata, maldiciendo del seno que lo cargó, paseando el letrero de traidor en la espalda de la casaca de papel?”.

El Apóstol cubano nos llama a hacer de América una, de buscar el filamento de nuestra identificación comunal, de hacer de nuestras voces y acciones una defensa de nuestra tierra, de no buscar fuera lo que en abundancia poseemos. Otro eminente cubano, Ildefonso de Estrada y Zenéa, en una reflexión posterior a su dilatada labor educativa señaló que los escritores cuando no son llamados a poner el pecho frente a la bala enemiga deben ayudar a preparar las revoluciones. Es tarea de los intelectuales y académicos latinoamericanos acometer la tarea de buscar los ideales plasmados por José Martí, en la búsqueda de la unidad y la hermandad.

En el mes de marzo de 1877 José Martí se encontraba en Mérida, su estadía coincidió con la celebración de la llegada a Mérida de la efigie recién descubierta del Chac Mool. El más grande de los cubanos al ver la figura no dudó en imaginar su origen, en esbozar en su mente lo que la piedra labrada por los mayas significaba para la cultura e historia latinoamericana. En el Chac Mool se vio, en él vio a América.

La ágil pluma realizó los trazos de un dibujo del monumento maya, donde el rostro del propio Apóstol se unía al cuerpo dibujado. El acto de Martí no corresponde únicamente a una imaginación de prodigio, es la búsqueda de la hermandad, de la confluencia de la historia, las personas, las ideas y las acciones. Los hijos de América deben responder a ese llamado, las plumas americanas deben cumplir con ello.



II

El año 2013 significa también el aniversario de uno de los proyectos más importantes en el campo de las letras, en el que sus fundadores y colaboradores han retomado la figura del Chacmool visto por Martí para llevar a buen fin la noble tarea de encontrar los nexos históricos, sociales y culturales entre el pueblo mexicano y cubano. Chacmool: cuadernos de trabajo cubano-mexicanos cumple diez años de haber iniciado la travesía de fortalecer la unión entre México y Cuba. Fue durante la “I Conferencia por el Equilibrio del Mundo” del año 2003 cuando su publicación fue pensada, a partir de ese momento una pléyade de intelectuales y académicos de ambos países se congregó alrededor de ella.

La coordinación de la revista tiene en Carlos E. Bojórquez Urzaiz y Sergio Guerra Vilaboy dos destacados estudiosos de la historia, el primero ha sido distinguido en Yucatán con las medallas Eligio Ancona y Yucatán por su destacada labor académica, el segundo es destacado historiador cubano distinguido por Casa de las Américas por su ensayo “Jugar con fuego: guerra social y utopías en la independencia de América Latina”.

La seriedad de los textos es indiscutible, la revisión acuciosa de las colaboraciones han dado como resultado que la publicación ofrezca material de primer orden. No se puede esperar menos al ver quiénes conforman los comités, algunos de ellos son: Miguel Barnet Lanza (Cuba), Manuel Uc Sánchez (México), Adolfo Gilly (México), Eusebio Leal Spengler (Cuba), Eugenia Meyer (México), Nidya Sarabia (Cuba), Cintio Vitier (Cuba) (+), Leopoldo Zea (México) (+), José Juan Cervera Fernández (México), Bernardo García Díaz (México), Salvador Morales Pérez (Cuba) (t), Francisco Pérez Guzmán (Cuba) (t), Eric Villanueva Mukul (México) y Oscar Zanetti Lecuona (Cuba).

Entre quienes se han dado a la tarea de indagar sobre la historia compartida de Cuba y México podemos mencionar, por la Isla, a: Pedro Pablo Rodríguez, Armando Hart, Eloísa Carreras, Enrique Sosa Rodríguez, Eusebio Leal Spengler, Oscar Zanetti, Salvador Morales Pérez. En tanto que de México se han encargado de rememorar y avivar las históricas relaciones: Miguel León-Portilla, Adolfo Gilly, Cristóbal León Campos, Emiliano Canto Mayén, Rodrigo Ordóñez Sosa, Tomás Ramos Rodríguez, Jorge Castillo Canché, Faulo Sánchez Novelo y quien escribe.

El pasado 30 de enero, teniendo como marco la “III Conferencia Internacional por el Equilibrio del Mundo”, fue presentado el número VII de Chacmool. Congrega en sus páginas voces de una misma historia, episodios compartidos en los que se debe abundar mucho más, de tal modo que con base a recocernos como poseedores de una historia en común sepamos estrechar las manos en un franco saludo de igualdad.
Hace unos años en el barrio del Venado, en La Habana, se colocó una escultura de la antigua efigie maya con el rostro de Martí, rememorando el dibujo hecho hace más de cien años. Ahora esperemos que en la conciencia histórica de cubanos y mexicanos se coloquen las letras de los diversos textos de este nuevo Chacmool, acrecentando nuestra reflexión al pensar en las visiones de América que José Martí tuvo al contemplar en Mérida la escultura maya. Prosigamos por el camino de buscar, hacer, defender a Nuestra América.

Publicado en Por Esto!, 31 de enero de 2013.