martes, 23 de abril de 2013

Los historiadores y los libros




Los libros son una parte fundamental del trabajo de todo investigador social, en el caso de los historiadores lo son mucho más, son fuente indispensable y al mismo tiempo el medio de difusión más usado por los del gremio de historiar. Los debates sobre el libro no únicamente se refieren a los soportes o a los medios de edición, en el campo de la historia los debates son mayores.

Los libros antiguos son objeto de estudio histórico, en algunos casos la historia hecha sobre ellos versa sobre las primeras ediciones o los autores. Desde hace unos meses Crónica de la eternidad de Duverger a causado revuelo por atribuir a Cortés la autoría de Historia verdadera de la conquista de la Nueva España, en detrimento de Bernal Díaz del Castillo.

Es evidente que el libro no es únicamente fuente de conocimiento, es también manzana de la discordia, en este caso la discordia historiográfica.

No son pocos los historiadores que han hecho historia de los libros o que se han esforzado por rescatar ejemplares únicos o escasos resguardados en bibliotecas mexicanas, algunos de ellos son, por ejemplo, El gallo pitagórico, Un mexicano o el pecado de Adán, Diario de nuestro viaje a los Estados Unidos y el Canadá, México a través de los siglos, La moral en acción, Memorias del primer Congreso pedagógico de Yucatán, por mencionar algunos.




Los historiadores y los libros tienen una relación estrecha, la pluma escribe sobre ellos y genera una buena cantidad de ellos. No podemos evitar pensar en el historiador como el romántico del libro, el que lo busca por la experiencia de El Libro que se complementa idóneamente con el oficio de la investigación, el que pugna por la no desaparición de los formatos tradicionales y en ellos desea publicar. El libro rondará al historiador y viceversa.

Pero en este punto es importante que se reflexione sobre la necesidad de incorporar con mayor entusiasmo y creciente interés el libro digital, no únicamente desde la perspectiva utilitaria y sí como un medio de edición rápido, confiable, de menores costos y con posibilidades de distribución mayor, si a ello agregamos las posibilidades de la bibliotecología referidas a la administración de medios digitales puede ser el historiador uno de los profesionales que mayor partido le saquen a este nuevo tipo de publicaciones.

Los beneficios no se harán esperar, muchos y más medios de lectura, almacenamiento en computadoras y celulares inteligentes, tirajes ilimitados e incluso bibliotecas con una mejor organización y acceso a la información.

Uno de los problemas que el historiador tiene con algunos formatos de libro electrónico es la citación, pero este escollo en el uso de estos documentos puede ser subsanado siempre y cuando los profesionales de la historia tomen parte de los procesos de edición, ayudando así al mejoramiento de los medios de publicación electrónicos. En el día del libro hay que buscar más opciones.


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