viernes, 30 de marzo de 2012

La Constitución de Cádiz en Yucatán

Joed Amílcar Peña Alcocer en PorEsto!, jueves 29 de Marzo de 2012.



Al POR ESTO!
en su aniversario




Al momento de conseguir la Nueva España su independencia de la corona hispana se inició una serie de debates sobre la mejor forma de gobernar a la naciente nación. Las iniciativas políticas dieron como resultado que en el año de 1824 fuera promulgada la primera Constitución Mexicana. Este primer proyecto tenía como antecedente la Constitución de Cádiz, proyecto liberal español de 1812, que dejó una profunda herencia en la política mexicana. En el presente año, específicamente el pasado 19 de marzo, se conmemoró el Bicentenario de la promulgación de tan importante documento.

En el año de 1808, la invasión napoleónica a España causó la abdicación de Fernando VII, dejando acéfalo el gobierno monárquico. La crisis subsecuente afectó tanto a España como a sus territorios americanos. A raíz de esta situación la cultura jurídica española jugó un papel importante en las deliberaciones sobre el modo de gobierno que debía adoptarse a fin de mantener el orden. El 14 de febrero de 1810 por Real Orden se expidió convocatoria a las Cortes Extraordinarias que se reunirían en Cádiz con la finalidad de elaborar la constitución y para ello debía elegirse representantes de los territorios españoles, incluidos los americanos, que expusieran los puntos de interés de sus provincias y sus necesidades.

Poco menos de un año después de la convocatoria, el 3 de febrero de 1811, resultó electo Miguel González Lastiri para representar a Yucatán, junto a José Ignacio Beye Cisneros, José Eduardo de Cárdenas, José Cayetano de Foncerrada, José Miguel Gordoa y Barrios, Juan José Gureña y Garayo, José Miguel Guridi y Alcocer, Manuel María Moreno, Antonio Joaquín Pérez Martínez , Miguel Ramos Arizpe, José Simeón de Uría, Joaquín Maniau, Mariano Mendiola Velarde y Pedro Bautista Pino, quienes fueron elegidos para representar a la Nueva España.

La composición de las Cortes fue de muy variado carácter, ya que asistieron en representación de sus provincias, eclesiásticos, políticos y comerciantes. Esta misma situación explica en parte el porqué la Constitución limitó las percepciones económicas de la Iglesia y no planteó un rechazo a sus disposiciones.

Los trabajos propiciaron que el día 19 de marzo de 1812 fuera promulgada la Constitución de la Monarquía Española, hecho que resultó de gran importancia para los sucesos políticos, sociales y culturales que prontamente acaecerían en las posesiones ultramarinas de la Corona hispana. A su regreso a Yucatán, González Lastiri se hizo acompañar de ejemplares de la Constitución, la cual habría de ser proclamada y ejecutada en el mes de septiembre del mismo año.

Como sucede con cada nuevo proyecto, se levantaron voces a favor y en contra. Dichas voces, con el pasar de los años, se identificarían con los grupos liberales y conservadores, republicanos y monárquicos y en general con aquellos enfrentados por sus posiciones políticas, aunque debemos tomar siempre en consideración que esta división no es tajante, ya que las fronteras entre los unos y los otros solían diluirse en más de una ocasión.

Con el pasar de los años las opiniones sobre la Constitución serían variadas. Justo Sierra escribió que “la famosa Constitución Española vino a tiempo para agitar los inmensos combustibles arrojados a la hoguera y preparar así un incendio que es bien seguro no hubiera ella misma podido extinguir jamás, con los solos medios que dejaba”. La cita anterior es un claro signo de la polémica causada por los artículos de tan célebre carta.

En primera instancia la Constitución declaraba que “La Nación Española es la reunión de todos los españoles de todos los hemisferios”, dando paso con ello a una igualdad en importancia y representación a los territorios ultramarinos y a los peninsulares. Se declaraba también como libre y no perteneciente a ninguna familia, resultando de ello que “la soberanía reside esencialmente en la Nación”.

Este último artículo es por demás importante en el proceso de un nuevo pensamiento político. Todo lo anterior se sustentaba en la nación española conformada por “todos los hombres libres nacidos y avecindados en los dominios de las Españas, y los hijos de éstos”, la ciudadanía tenía en los indígenas un nuevo depositario. En Yucatán las poblaciones de origen maya podían ya disfrutar de los derechos inherentes a ser ciudadanos españoles, concepción diferente a la de súbditos. Las repúblicas de indígenas existentes en Yucatán desaparecieron.

La estructura político-administrativa se modificó mientras que el derecho de tener Ayuntamientos fue concedido a todas las poblaciones con más de mil habitantes. En Yucatán existían tres Ayuntamientos, el meridano, el campechano y el vallisoletano. A partir de la nueva disposición las poblaciones de Ixil, Yobaín, Sucilá, Chumayel, Kikil, Tihosuco, Halachó, Seybaplaya, Pencuyut, Pocboc, Ucú, Caucel, Telchaquillo, Cuzamá, Tixpéual y Chapab solicitaron la instalación de dichos órganos de gobierno.

Para 1814 los Ayuntamientos eran más de 150 y en muchos de ellos existían representantes indígenas que hicieron uso de sus nuevos privilegios ciudadanos, ya que siempre que cumplieran las disposiciones respecto a la ciudadanía podían ser votados. Se instauró la Diputación Provincial -la yucateca fue la primera en toda Nueva España-, la cual se encargó de la formación de los Ayuntamientos. Muchas poblaciones deseosas de instalar estos cuerpos presentaron censos de población poco confiables y que quedaron en evidencia al tiempo que la Diputación Provincial ordenó nuevos censos, resultando la negación a solicitudes e incluso la eliminación de Ayuntamientos.

A la luz de la Constitución el indígena tenía legislativamente la misma calidad española que los criollos y peninsulares, pero no fueron pocos los conflictos que acarreó esta situación. Al saberse ciudadanos e iguales a sus otrora superiores, los indígenas asumieron prontamente el nuevo papel protagónico que se les otorgó y, esto no siempre fue bien visto. Por ejemplo, en Uayma, Fray Pedro Guzmán señalaba que “con el motivo de la libertad que se ha dispensado a los naturales y abusar tanto de ella que se den ya de la raya no solamente de ciudadanos, sino de cristianos”. La educación al indígena fue primordial, ya que había que hacer de él un ciudadano según los parámetros hispanos, atacando así la tradicional propiedad comunal de las tierras con la pretensión de sustituirlas con la propiedad privada.

El día 9 de noviembre de 1812, por decreto, se exime al indígena de las obvenciones parroquiales, disminuyendo así las rentas eclesiásticas y suscitando una disputa por este motivo. Es evidente que las reformas traídas por la Constitución no fueron apreciadas por todos y en muchos casos las trabas a su aplicación fueron la tónica, dando lugar a que en 1814 fuese desconocida por Fernando VII. En el año de 1820 se instauraría por un breve periodo y de ahí en adelante se dejaría sentir de nuevo su influencia.

La herencia de la Constitución liberal fue en primera instancia la experiencia del Ayuntamiento. Estas disposiciones abonarían el camino al federalismo mexicano. En lo concerniente al indígena, principiaría el proceso de inclusión a un proyecto de unificación nacional que tendría a la educación como principal herramienta. La libertad de imprenta fue otro de los notables decretos de la Carta Magna de Cádiz, dando pasó a la publicación de periódicos de carácter político que libremente podían debatir sobre el acontecer diario de la provincia.

Es innegable que la Independencia de la Nueva España tiene una importante relación con la Constitución de Cádiz, mucho más si consideramos que el apoyo final que Agustín de Iturbide dio al proyecto independentista puede ser considerado también como un rechazo al liberalismo español. De una u otra forma la Carta Magna de 1812 dejó una marca indeleble en la historia.
 

lunes, 26 de marzo de 2012

Caminando por los rumbos de la historia meridana



Joed Amílcar Peña Alcocer en PorEsto!, viernes 3 de Febrero 2012



José Ortega y Gasset, en su magnífica obra Misión del bibliotecario, hace una recomendación o acaso una advertencia a todos aquellos que trabajan con libros, al invitar a tener cuidado con el número creciente de materiales bibliográficos que forman la llamada selva de los libros. El bibliotecario debía, en palabras del filósofo español, seleccionar aquellas obras útiles y desestimar aquellas ociosas. El historiador es generador de libros y debe fungir como avizor al percatarse de la existencia de algún ejemplar digno de ser conocido.

Es por ello que al encontrarnos con Una historia a pie: Mérida y sus rumbos de Emiliano Canto Mayen no podemos pasar por alto el deber de hablar de una obra bien concebida y mejor realizada.

El optimismo es una de las condiciones más deseadas en los humanos, sin este sentir los hombres del siglo XIX nunca hubieran ido en pos del tan deseado progreso, sin ver tiempos mejores las poblaciones indígenas del país nunca hubieran buscado liberar sus ataduras de opresión. Todos tenían en común el deseo de mejorar sus condiciones de existencia, de defender aquello que sentían suyo, en otras palabras, buscaron defender su patrimonio. Por ello podemos atrevernos a decir que al hablar de patrimonio debemos hacerlo con un aura de esperanza, fincada esta en los deseos del porvenir y no en el dolor de la pérdida. Sin más, el patrimonio es algo bueno para el hombre.

Atendiendo a las líneas anteriores, el libro que nos ocupa es un libro positivo y accesible, dado que su temática central es la ciudad de Mérida y sus barrios, que en conjunto son el patrimonio de miles de meridanos, temática abordada con un espíritu alentador que invita a protegerlo. A lo largo del texto el patrimonio de la ciudad se nos presenta como lo que realmente es, una construcción de carácter histórico y social. El texto nos lleva por las calles de la ciudad, usando las construcciones más emblemáticas de cada rumbo para principiar la crónica de su devenir histórico colonial, porfiriano o revolucionario según sea el caso, complementa a la narración lo dicho por todas aquellas personas que habitan los rumbos de la Plaza Grande, La Mejorada, San Cristóbal, Santiago, San Sebastián, La Ermita, Santa Lucia, Santa Ana y el Paseo de Montejo.

La crónica de cada uno los rumbos no se limita a presentarnos únicamente lo lindo o curioso, sino que ahonda en cómo cada lugar tiene una esencia particular y diferenciada que solo se puede formar por la relación estrecha entre el medio físico y sus habitantes. ¿Qué sería de la mejorada sin su estación de trenes y convento? Y ¿Qué sería de la estación y el convento sin aquellas personas que los hacen ser?, ¿Qué sería de San Sebastián sin las historias de sus pateadores? Y así podemos mencionar otros tantos casos en los cuales veremos cómo la población de estos pintorescos barrios ha construido su patrimonio.

El lenguaje ameno del libro nos invita a recorrer las calles de la ciudad, a percatarnos de lo antes no visto y a renovar nuestras ideas sobre lo ya conocido, nos brinda una historia que abunda en las particularidades de cada rumbo pero que al mismo tiempo nos enseña cómo todos ellos se interconectan y cómo son importantes también para los yucatecos del centro del Estado, como por ejemplo todos aquellos habitantes que del oriente recalan a San Cristóbal por sus clínicas y comercios.

Solo concluiremos diciendo que Una historia a pie es un ejemplar especial que destacará por méritos propios en la selva de libros que tratan sobre la ciudad de Mérida y con el paso del tiempo el libro mismo llegará a ser patrimonio de los meridanos y los yucatecos en general. Felicidades al autor y a todos aquellos que colaboraron en el proceso de investigación y edición de tan bello ejemplar.


Texto leído por el autor en la presentación del libro Una historia a pie: Mérida y sus rumbos, de Emiliano Canto Mayén, el pasado sábado 28 de enero en el Centro Cultural José Martí. El libro fue editado por la Secretaría de Educación del Gobierno del Estado y el Ayuntamiento de Mérida.

martes, 20 de marzo de 2012

Las pláticas de -los nuevos- historiadores yucatecos


Originalmente publicado el día 28 de Agosto de 2010, via Facebook. Esperemos pronto entregar una continuación del siguiente escrito. Ahora que ya tenemos un panorama distinto, tratemos de dar buen fin a una idea de años atras.

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Los pasados días 26 y 27 de agosto se realizó un coloquio con motivo de las celebraciones del llamado bicentenario con el ánimo de realizar una valoración crítica de los aportes de la historiografía regional a los estudios de la Independencia y Revolución.

Para la labor del historiador, el realizar y participar en actividades académicas es de gran importancia, mucho más en tiempos en los que la crítica se ha sustituido por el conformismo y la iniciativa con el servilismo. Una de las cosas que más me sorprendió del ambiente de la actividad fue el alto nivel de reflexión intelectual –claro que existen las excepciones-. Me percaté como muchos otros de los grandes avances que la unidad peninsular del CIESAS ha tenido en los últimos años. Con todo y lo anterior, la vida académica meridana es mezquina con nosotros.

La última afirmación la hago por la falta de información sobre las actividades culturales que se han realizado y tienen relación directa con nuestra vocación o afición de historiar. En mi caso, siempre he intentado acudir a las presentaciones de libros, conferencias de los jueves de memoria histórica y a las realizadas en la casa de la cultura jurídica; actividades en las que he visto a pocos compañeros. Pero no han servido muchos los ánimos de ser parte de esta vida académica/cultural que se ensaña en ocultarse de nosotros, ¿Quién supo de la presentación especial de la Revista de la Revolución en Yucatán? y ¿sabemos quiénes son los ponentes de los jueves de memoria histórica?, hace unos meses se realizo una mesa panel sobre la revolución en la que participaron algunos de nuestros maestros ¿alguien se enteró?

Si la respuesta fue negativa a la mayoría de las preguntas anteriores nos debemos dar cuenta de dos cosas, o no somos atentos a los avisos sobre esas actividades o simple y sencillamente no existe una correcta difusión de ellas. Ante lo anterior es poca la participación que tenemos en conferencias o en coloquios. El ver lo hecho en el CIESAS me hace cuestionar grandemente lo que se hace y lo que no se hace en nuestra facultad, es una lástima el bajo nivel de actividad académica de nuestra casa de estudios y su carencia de comunicación con instituciones como el CIESAS para realizar algo en conjunto –aunque son sabidos los problemas entre académicos de una y otra institución- , mucho peor es que no se hacen intentos de integrar al alumno a lo que se hace en la facultad.

Creo que una de las cosas que bien hemos hecho en los últimos años, aunque no con la frecuencia debida, han sido las pláticas sobre diversos temas de historia, historiografía y temas de actualidad. Creo que una de las maneras de solucionar el problema de la discusión que podríamos encontrar en las actividades culturales mencionadas –las que muchas veces solo son reuniones de amigos de los que realizan la actividad- sería tener como en la antigua vida decimonónica y de principios del XX una reunión en la que podamos platicas sobre historiografía y pongamos a discusión los postulados de nuestras tesis, creo el discutir esos temas entre nosotros generaría cosas muy buenas. Fijar un día o lugar para discutir, reflexionar sobre nuestros trabajos sería intentar revitalizar nuestras mentes y actitudes teniendo delante de nosotros las ideas de nuestros amigos y compañeros historiadores que en muchos casos desconocemos.

Esta propuesta o idea puede parecer muy soñadora, ya que no todos creemos que la plática y discusión entre alumnos es de gran provecho –bien sabemos que hay compañeros que no creen se pueda aprender de los otros-, y finalizo con lo siguiente: las reuniones de Cosio Villegas con historiadores de E.U. iniciaron, creo yo, como simples pláticas que se hicieron más grandes, de ahí salieron congresos y publicaciones. En el mismo sentido Luis Gonzalez y Gonzalez siempre propuso regresar a las pláticas y el café.

Sería bueno iniciar nuestras pláticas de historiadores yucatecos, ¿no creen?


jueves, 15 de marzo de 2012

Clubes sociales meridanos

El autor nos hace llegar  sus disculpas por el erradi título de la publicación debiendo ser, preferentemente, el de esta nueva entrada del blog.


Joed A. Peña Alcocer. "Clubes sociales porfirianos" en PorEsto!, 27 de Febrero de 2012.


Durante la segunda mitad del Siglo XIX aumentó significativamente el número de agrupaciones de carácter social, todas ellas buscaban solazar el tiempo de sus miembros de las maneras más variadas. Hubo Clubes sociales dedicados a la lectura, algunos más a la realización de bailes, otros fueron impulsores de deportes y algunos ofrecieron a sus socios peculiares diversiones, uno de estos grupos de esparcimiento en la ciudad de Mérida fue la “Sociedad Acuático-Culinaria-Esquimal”.

La sociedad de tan peculiar nombre tenía como principal objetivo brindar a los socios del placer de los “baños y la buena comida”. El surgimiento de tan diversas agrupaciones es significativo, ya que nos ayudan a ver cómo en la segunda mitad del siglo XIX va tomando forma la sociedad del ocio y como las diversiones se fueron diversificando. Como todo buen Club Porfiriano los miembros debían atenerse a respetar las buenas costumbres y la moral, ya que toda buena diversión debía cumplir con las más estrictas normas de conducta, por ello todos los Clubes y Sociedades escribían reglamentos para que sus miembros se condujeran correctamente, la sociedad Acuatico-Culinaria-Esquimal no fue la excepción.

 






-Reglamento de la Sociedad Acuático-culinaria-esquimal. Mérida, Tipografía de Espinoza, 1864. Centro de Apoyo a la Investigación Histórica de Yucatán, Fondo Reservado, Folletería.





 
ARTICULO 1º La sociedad Acuático-Culinaria-Esquimal, tiene como único objeto los baños y la buena comida, no permitiéndose exceso alguno en las bebidas y no obligándose a nadie a hacer lo que no sea de su agrado. Para el más exacto cumplimiento de este articulo se dan facultades discrecionales al presidente para que se separa de la sociedad al que pretenda infringirlo.

2º EL primer domingo de cada mes habrá pasadía y para subvenir a los gastos contribuirán los socios con diez reales cada uno.

3º El número de socios no pasara de diez y seis y cualquier vacante será llenada a proposición de un socio en la primera junta que haya.

4º Los socios por turno rigurosos que llevará y comunicará la secretaría podrán convidar a un amigo suyo para que asista a laos pasadías.

5º Cuando algún socio se ausentare, no estará obligado a satisfacer la cuota del pasadía que haya tenido lugar durante su ausencia.

6º La sociedad tendrá un presidente, un vice-presidente, un secretario y un prosecretario que se renovará cada año en el primer domingo de septiembre, siendo la elección por aclamación y en junta general.

7º Podrán concurrir a los pasadías sin cuota alguna y como socios honorarios los Sres. D. Pablo Negron, D. Perfecto Cámara, D. Francisco Escala, D. José María Valdez Sigler, D. Pedro Garibaldi, D. Ramón Gasque, D. José Isabel Heredia, D. José Dolores Sierra, D. Gabriel Cahona, D. Arcadio Montero, D. José Prudencio Alcocer y D Eulalio Centella, siendo este ultimo el colector de la sociedad, o sea ayudante del secretario para atender en los pasadías.

8º Todo lo que los socios hubiesen dado para ajuar o servicio de la sociedad quedará a beneficio de esta cuando por cualquier motivo dejaren de pertenecerle, procurando que los que entraren de nuevo den algo para reponer lo que más falta haga.

9º Con oportuna anticipación comunicará la secretaría el pasadía que debe efectuarse, y al verificarse la cita, darán los socios la cuota respectiva.

10º En todos los acuerdos de la sociedad solo tendrán voz los socios honorarios, con excepción del colector que tendrá voz y voto.

11º Cualquiera diversión pública en que quisiera tomar parte la sociedad, será acordada en junta general y sus gastos se proratearán con igualdad entre todos los socios propietarios.

12º los pasadías tendrán lugar en la Quinta Esquimal, en cuya sala se fijará el reglamento.

13º No se permitirá juego alguno, aun cuando sea sin intereses, ni conversaciones alusivas a la política.

14º Cuando algún socio sin tocarle el turno quisiese llevar a algún amigo al pasadía que deba efectuarse, se lo participará al secretario y éste si no hubiese habido otro socio que haya solicitado antes lo mismo, se lo concederá dándole orden al colector de cobrarle otra cuota igual.

15º Los pasadías extraordinarios serán de cuenta del socio que los promueva, quien se lo participará al secretario con tres días de anticipación para que lo comunique a los demás socios.

16º Cualquier socio puede separarse de la sociedad, dando solamente aviso al presidente a secretario.

17º Todo acuerdo deberá aprobarse por mayoría absoluta y se hará constar en un libro que levará la secretaria.

18º En las discusiones el presidente tiene el voto de calidad para las resoluciones.

19º Este reglamento será suscrito por los socios quedando por lo tanto obligados a su más exacto cumplimiento; no pudiendo innovarse sino hasta pasados dos años de puesto en observancia, considerando los acuerdos posteriores como artículos reglamentarios en todo lo que no se oponga al presente reglamento.

Mérida, agosto 30 de 1863. [Nombre de los socios].