Joed Amílcar Peña Alcocer, en PorEsto!, miércoles 18 de julio de 2012.
I
José Inés Novelo, hijo predilecto de Valladolid y excelso
poeta, describía a su ciudad natal como “dulce, melancólica, senecta y
venerable” y, acrecentaba los méritos de la ciudad al calificarla como “lar
pétreo del Mayab no superado en cultura y civilización en los pasados siglos”.
Los habitantes y barrios de la ciudad, las Cinco Calles, las
casas centenarias y el convento, el parque principal y la iglesia confirman lo
dicho por el poeta. Rincones de Valladolid, escondrijos de la memoria cuatro
veces heroica; cielos azules de Zací, reflejo de misteriosas aguas cristalinas;
brisa de aire del oriente, eco de voces elocuentes y gritos de insurrección.
Entramado de memoria, mito e historia.
Las palabras son pocas, mil de ellas no bastan para
describir lo que una ciudad es. Cuando José I. Novelo escribió sobre su ciudad
natal tenía en mente un recuerdo, una imagen, en un instante vio más de un
millar de posibilidades para describirla y únicamente nos presentó las que para
él fueron esenciales.
El ser humano se ha apasionado por la imagen, el recuerdo es
fugaz y por ello se optó por el óleo duradero, la pintura no es exacta y, el
hombre como alquimista, encontró la fotografía. Las imágenes fotográficas
fueron descritas en 1839 por François Arago como “imágenes dibujadas por lo más
sutil y penetrante que hay en la naturaleza: los rayos de luz”, la fotografía
es el dibujo de la luz.
Resulta verdadera la frase “no confíes en los hombres,
porque ellos y sus obras pasarán”, por ello los vallisoletanos delegaron a la
luz dibujar su ciudad, retratar los rostros conocidos, los eventos memorables,
las fiestas lucidoras, los imponentes edificios y dejar constancia de un dulce,
melancólico, senecto y venerable lar pétreo del Mayab, la ciudad que la luz
dibujó.
II
Valladolid siempre ha dado cuenta de poseer un vasto
patrimonio, material e inmaterial, motivo de orgullo y distinción. El paso de
los años ha hecho de la ciudad un referente obligado en el oriente de Yucatán,
los vestigios arquitectónicos hacen justicia al nombre de Sultana del Oriente y
guarda aún aquel aire de antaño que tantos yucatecos estiman.
El pasado 7 de julio la ciudad acrecentó el arca de su
patrimonio documental dando a conocer, en el libro Valladolid: imágenes del
ayer, una importante y llamativa selección de fotografías de la ciudad, sus
personajes y eventos. Las fotografías presentadas, cedidas por familias
vallisoletanas para su digitalización y otras provenientes del Fondo
Audiovisual del Centro de Apoyo a la Investigación Histórica de Yucatán, son fiel
testimonio de una ciudad que a pesar de las vicisitudes de los siglos XIX y XX
ha logrado conservar muy dignamente el lugar que la historia le ha conferido.
La luz dibujó con ahínco los elementos más sensibles de las
familias de Valladolid, Kandy Ruiz González y Leonel Escalante Aguilar se
dieron a la tarea de seguir sus huellas. La dedicación, el profesionalismo y el
cuidado que de Kandy conocemos se hacen evidentes en cada página de la obra y,
en Leonel Escalante, Valladolid encontró un noble custodio. En su búsqueda nos
dieron la oportunidad de tener imágenes semejantes a las que José Inés Novelo
evocó al recordar su ciudad, ahora todos aquellos que poseemos una raíz
vallisoletana podemos elegir más de un millar de maneras de describir a la
senecta Valladolid, a la legendaria Zací.
*Leonel Escalante Aguilar y Kandy Ruiz González (Editores).
Valladolid: imágenes del ayer. La publicación contó con el apoyo del Consejo
Nacional para la Cultura y las Artes, la Secretaría de la Cultura y las Artes
de Yucatán y el Honorable Ayuntamiento de Valladolid.
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