miércoles, 28 de noviembre de 2012

Antonio Mediz Bolio y el Marentazo

Tesoros de la Biblioteca Virtual de Yucatán No. 52

Joed Amílcar Peña Alcocer en PorEsto!, 8 de junio de 2012.

En febrero de 1951, Tomás Marentes Miranda, tomó posesión del Gobierno del Estado de Yucatán, acentuando la inconformidad que tiempo atrás los políticos yucatecos habían demostrado ante la candidatura de el personaje antes mencionado. Meses antes la agitación política fue intensa, de modo que en el año de 1951 el Gobernador José González Beytia renunció a la gubernatura del Estado.

Ante la situación y con la imposición de Marentes como candidato a la gubernatura, los políticos yucatecos apoyaron al poeta Antonio Mediz Bolio para hacerse del gobierno del estado. Sin importar los esfuerzos y el respaldo dado al literato, la gubernatura recayó en aquel que tanta animadversión había generado.
El nuevo gobernador, ya enfrascado en una lucha con los aguerridos políticos de Yucatán, se granjeó problemas con los estudiantes de la Universidad de Yucatán, generando muchas más críticas en su contra.

Muy cercano a estos acontecimientos, Mediz Bolio escribió Mi tierra es mía, un poema en el que se exalta la pertenencia y Yucatán, y es considerado como parte de la crítica ante el llamado "marentazo".



Antonio Mediz Bolio. Mi tierra es mía. Canto del hijo de Yucatán. Mérida, Febrero de 1953. Centro de Apoyo a la Investigación Histórica de Yucatán, Fondo Reservado (CAIHY/SECAY).



CANTO DEL HIJO DE YUCATAN 

El suelo nativo es la única propiedad plena del hombre, tesoro común que a todos iguala y enriquece, por lo que, para dicha de la persona y calma pública, no se ha de ceder ni fiar a otro, ni hipotecar jamás.

José Martí

¿Quién me quitó mi tierra? Nadie ¡Es mía! 
Mía, con su quemado suelo de piedra que se deshace poco a poco en polvo húmedo en el que pueda germinar la milpa,
se levanten los árboles y crezcan entre una laja y otra los henequenales,hambre y sudor del indio y pan de todos poco y amargo a veces; pero nuestro, cada día.
Cuando el suelo se cansa y se hace estéril junta su viejo polvo y se endurece y otra vez se hace piedra y arde al fuego y se hace cal y vive nueva vida.
Mía es el agua fresca de los pozos tranquilos Y el agua honda de los cenotes encantados;mío es el cielo en que el sol de mi linaje
resbala calentando el día,
y en que la noche enciende sus luceros desde donde me ven los ojos de mis dioses antiguos.
Mi tierra es mía y de mis hermanos, los que nacieron de nuestra misma madre y vieron crecer en sus caminos la marca de sus pies,y hablaron en la boca y en el corazón de su propia lengua y supieron, sin aprenderlo, el secreto de su espíritu.
¿Quién me puede quitar la sombra de mi ceiba y quién puede quitarme el viento mío,
ni el olor de mi monte, ni el canto de mis pájaros, ni i venado tembloroso que se esconde
contra mi pecho, si oye las pisadas de gente mala en la vereda virgen.
En el cinto de Orión está mi estrella y así lo digo porque me entiendan l0s extraños, pues nosotros decimos estas cosas con la sencillez de nuestras propias palabras.
Nadie me quitará la tierra mía!
Nada importa que el Sapo brinque sobre el hormiguero si las hormigas siguen trabajando
en su silencio subterráneo y puro y van y vienen cambiándose señales que son como consignas misteriosas.
Qué importa que la Cucaracha aturdida suba y baje alrededor de la colmena cerrada, si adentro y en lo oscuro las abejas van 
labrando miel flagrante y dorada para endulzar el día que habrá de amanecer, y cera blanca para los cirios que arderán de noche

alumbrando el camino que ha de abrirse.
Qué importa que el Murciélago loco revuele sobre el nido de hamaca en que la oropéndola de oro cubre y calienta a sus polluelos sin plumas, que han de volar mañana bajo el sol.
Qué importa que el Gran Mono, prófugo de su jaula,se columpie, rascándose, colgado de la cola,en los arboles de la plaza pública, si bajo ellos los hombres, apretando los puños,
pasan para ir a su trabajo, y las mujeres, pálidas, amamantan a sus hijos, tapándoles el rostro, para que no se espanten.



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